FESTIVAL E.V.A.S causó polémica en el centro de Quito

Lesbianas buscan visibilizar luchas

En el primer festival se colocaron afiches alusivos a las dificultades del colectivo.  | FOTO: PAÚL NAVARRETE / El Telégrafo

FOTO: PAÚL NAVARRETE / El Telégrafo

En el primer festival se colocaron afiches alusivos a las dificultades del colectivo.

En un festival se exhortó a las mujeres a conocer y luchar por el respeto de sus derechos.

Antecedentes
La Constitución aprobada en el 2008, garantiza los derechos de las mujeres y la no discriminación por su orientación sexual.

En septiembre de 2009, un equipo de fútbol conformado por algunas lesbianas fue expulsado de la liga de la Floresta a causa del beso que se dieron dos de sus jugadoras. Ahora este equipo tiene prohibido participar en la liga.

En octubre de 2009 se lanzó la campaña “Ni viciosas, ni enfermas”, para crear conciencia acerca de que el lesbianismo no es un vicio ni una enfermedad y no requiere de tratamiento médico.



Desde las 07:00 del domingo pasado, a la plaza de Santo Domingo en el centro histórico de Quito, llegaron camionetas y autos cargados de parlantes, tarimas, cuadros, esculturas y carteles. Todo esto para iniciar el montaje para el Primer Festival Cultural Lésbico en Ecuador, organizado y convocado por la Fundación Causana con el apoyo del Ministerio de Cultura.

En este participaron 12 grupos conformados por mujeres de este colectivo y otras que les mostraron su solidaridad y apoyo para evidenciar sus habilidades en disciplinas como pintura, escultura, música y danza.

Para la directora de la Fundación, Carina Vance, el festival “E.V.A.S: Ellas, Valientes, Amantes, Subversivas”, tuvo como objetivo contribuir al reconocimiento de las mujeres lesbianas como sujetos políticos, sociales y culturales, y visibilizar a las mujeres diversas.

Para ella el lograr apropiarse y aparecer en espacios públicos es un gran paso para que sus derechos sean entendidos y que la sociedad vea que están presentes, sienten y existen al igual que los demás grupos sociales.

Desde hace años las calles y plazas fueron ocupadas para realizar actos conmemorativos a la semana del orgullo GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y trans), pero ahora, enfatiza Vance, las mujeres han decidido tomar el espacio público, no para conmemorar un acontecimiento sino para mostrar que están presentes y que son mujeres iguales a todas las que luchan diariamente por un espacio.

A lo largo de la plaza se exhibían cuadros que representaban el “amor diverso”. En ellos se observaba personajes andróginos que representaban la identidad sexual tanto de hombres como de mujeres.

También había una escultura simbolizando tres calzones de castidad con una leyenda que explicaba su uso en la edad media y que ahora ha sido cambiado por calzones de castidad psicológicos “que lo que pretenden es enajenar a las mujeres y no permitirles decidir sobre su sexualidad y su destino en la sociedad”.

Johanna Contreras opinó que esa simbología sobre la castidad es una verdad palpable, no solo para las lesbianas sino para todas las mujeres ecuatorianas, que tienen que vivir aparentando o aceptando cosas que no quieren, porque así dicta la tradición.

El evento efectuado en Quito se denominó E.V.A.S: Ellas, valientes, amantes, subversivas

“Porque somos mujeres no nos permiten decidir sobre nuestro estado civil. Por presión familiar y social las mujeres necesitamos de un hombre que esté al lado nuestro para decir que estamos realizadas”.

A las 11:30, Josie Cáseres inició la programación. Vestida totalmente de hombre subió al escenario, poco a poco fue desprendiéndose de sus ropas hasta quedar convertida en mujer.

Con esto, explicó Josie, lo que intentaba es que el público entendiera que no todas las cosas son lo que aparentan ser o lo que “deben ser”, ya que en el medio hay un gran abanico de posibilidades que deben ser aceptadas y no juzgadas.

La gente, mientras tanto, pasaba por la plaza y se detenía a ver a los grupos y a recorrer las exposiciones, sin embargo, muchos de ellos, al leer los anuncios sobre el festival lésbico, emitían comentarios de rechazo o lástima.

María del Consuelo Estrella, madre de tres adolescentes, aseguró, por ejemplo, que a ella le daría pena si una de sus hijas fuera lesbiana: “vería la forma de hacerla cambiar y que no viva con esa deformación que debe ser castigada por Dios”.

Mientras tanto un grupo de hombres comentaba que ellos estaban en este lugar solo con la esperanza de poder observar a dos mujeres besándose, porque nunca lo habían visto en vivo y en directo.

Al preguntárseles su opinión sobre las luchas de este colectivo para que sus derechos se respeten, decían desconocer sus problemas.

“Son pocas las que existen y creo que se hicieron lesbianas porque no encontraron ningún hombre que las quiera de verdad o seguramente las trataron muy mal y por eso prefirieron estar con otra mujer”, dijo Byron Andrade, uno de los jóvenes que asistió.

Para Andrea Tipán estudiante y activista universitaria, esos comentarios evidencian que la realidad de las lesbianas permanece oculta y que las personas creen que son solo un grupo pequeño que aparece y desaparece por capricho.

De ahí que el tema lésbico causa aún rechazo porque “la sociedad machista no puede aceptar que las mujeres tengamos opción de decidir sobre nuestra sexualidad y que salgamos de la normalidad impuesta por la sociedad patriarcal”.

Por eso para Vance, el festival fue un gran adelanto en la visibilización de las mujeres lesbianas, que por diferentes razones han vivido relegadas y ocultando su sexualidad para ser aceptadas.

De acuerdo con su experiencia, la primera lucha que tienen que enfrentar es aceptar su sexualidad como algo normal, ya que son los padres quienes al enterarse buscan maneras de “deshomosexualizar a sus hijas obligándolas a mantener relaciones con hombres y de ser posible a que formen familias”.

600 personas participaron a lo largo del día en el primer festival cultural lésbico organizado en Quito.

“Con el afán de normalizar a sus hijas, muchas familias optan por internarlas en centros de rehabilitación”, añade María Inés Armesto, colaboradora del Taller de Comunicación Mujer, quien en medio del festival entregó volantes sobre la campaña “ni viciosas, ni enfermas, humanas y con derechos”.

Así buscan que ellas sepan que no pueden ser privadas de su libertad, internadas o medicadas con el objetivo de cambiar su orientación sexual.

María Inés afirmó que en el Taller se han recibido casos en los que las lesbianas internadas en centros de rehabilitación, han sido violadas como una forma de terapia para normalizarlas.

Así también, Uma, una colaboradora del proyecto, señaló que las mujeres deben saber que no pueden ser agredidas y que tienen la capacidad de decidir y denunciar cualquier acto atentatorio contra su libertad e integridad física y psicológica, y que hay muchas organizaciones que las pueden asesorar.

Sin embargo, de acuerdo con Tania Moreno, fiscal de delitos Sexuales, son pocas las mujeres que denuncian este tipo de agresiones al interior de los centros, pues “una vez que salen prefieren ocultar lo sucedido, ya que toda la agresión se da con el aval de sus familiares”.

En el festival participaron alrededor de 600 personas a lo largo del día.

No permanecieron todo el tiempo, pero tuvieron la oportunidad de recibir información sobre los derechos de las mujeres sin mirar su orientación sexual.

Inés Armesto

Taller de Comunicación Mujer

“Con el afán de normalizar a sus hijas, muchas familias optan por internarlas en centros de rehabilitación”

Carina Vance

Directora Fundación Causana

“Las lesbianas viven en una lucha constante contra las agresiones que se dan por el ambiente machista”

Lucía Real Hidalgo

lreal@telegrafo.com.ec

Reportera – Quito

This function has been disabled for Causana.